Consejos o claves para compra de un vehículo eléctrico, híbrido normal, o híbrido enchufable
Muchos usuarios se plantean la compra de un coche electrificado, pero no tienen claro de qué tipo, pues la variedad tecnológica es enorme. Lejos de consejos de 'cuñao', pues no hay fórmula magistral para acertar, conviene reflexionar un poco
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EL PRECIO IMPORTA, PERO NO ES LO IMPORTANTE
¿Coche eléctrico, híbrido enchufable o híbrido convencional?. Claves para elegir bien.
Muchos usuarios se plantean la compra de un coche electrificado, pero no tienen claro de qué tipo, pues la variedad tecnológica es enorme. Lejos de consejos de 'cuñao', pues no hay fórmula magistral para acertar, conviene reflexionar un poco
La lluvia de información que recibe un potencial comprador de coches es de tal calibre actualmente que, en ocasiones, llega a saturar y a colapsar su capacidad de decisión sobre el vehículo a elegir. Hubo una época, si se nos permite la exageración, en que todo se reducía en nuestro país a elegir entre Citroën, Renault o SEAT, a optar por un vehículo pequeño o por otro un poco más grande, y a decidirse, si acaso, entre dos o tres niveles de equipamiento prácticamente idénticos; pero fue creciendo el número de marcas, lo hizo también la oferta de modelos de cada fabricante y se multiplicaron los tipos de propulsión. En cualquier caso, decidirse entre gasolina y diésel fue, durante largo tiempo, el único motivo de duda.
Nada que ver con
la situación actual, pues el mercado ofrece una variedad tecnológica sin parangón. Y aunque eso ya es un primer generador de dudas, se suman otros
factores que hace años no existían, y que también motivan muchos interrogantes, como las
restricciones a la movilidad que ya existen en las ciudades, y que dependen de la
etiqueta ambiental que luzca nuestro parabrisas, o
el futuro incierto y cambiante de la legislación en la UE. ¿Y si me compro un coche que luego no puedo usar o que intentaré vender pero ya nadie querrá? De ahí que convenga aclarar algunos puntos, lejos de fórmulas magistrales o consejos de cuñao. Porque ni los eléctricos son "lavadoras con ruedas" o "el coche que deberíamos tener todos para ser ecológicos", ni "los híbridos enchufables gastan mucha gasolina" o "mienten en las homologaciones", ni los híbridos convencionales, o autorrecargables, "te arruinan en los viajes por carretera". Porque todo eso será verdadero o falso en función de
tipos de uso,
modelos concretos o lo bien o lo mal que se adapte la tecnología elegida a
nuestras necesidades. Hacer caso a estas máximas, tan habituales en redes sociales o en los comentarios de los periódicos, sería como no ir al médico y, en su lugar, guiarse por lo recetado a nuestro vecino: lo que a él le funciona podría arruinarnos a nosotros la vida.
El autoanálisis funciona.
Una fórmula que contribuirá al acierto final es
tomarse tiempo para elegir bien. Nadie suele decidir qué vivienda habitual comprar o alquilar tras una sola visita y en un día, y al escoger coche deberíamos obrar de la misma forma, pues
es la segunda adquisición más importante, al menos por volumen de inversión, que solemos hacer los españoles. Es decir, prisas, las justas. Y
durante ese periodo de reflexión deberíamos pasar de vez en cuando por concesionarios, y mejor si son de distintas marcas, para ver qué hay y que el vendedor nos proponga soluciones a nuestras necesidades de movilidad y a nuestra situación personal, en función del dinero que deseamos invertir. Aunque hay de todo, como en botica, un buen profesional nos guiará en la tarea porque, en principio, no quieren clientes descontentos, pues la mayor parte de lo que sacarán de nosotros estará en la
posventa, no en la venta. Y si su consejo fue erróneo y nos atormenta, mal comienzo.
Sin embargo, y aunque
está bien tomarse tiempo y consultar a varios profesionales,
lo mejor para acertar está en el autoanálisis:
para qué quiero el coche, dónde lo aparcaré, qué tipo de viajes hago y con qué frecuencia, de cuántos vehículos más dispongo, cómo soy de ordenado o descuidado en relación al automóvil y mi movilidad en general, cómo soy de paciente o de impaciente al desplazarme o al repostar, hasta qué punto soy una persona tecnológica o de hábitos más clásicos... Y cuánto quiero gastar, por supuesto. Pueden parecer preguntas más propias del diván de un psicólogo, pero en muchas ocasiones son las más importantes.
Y también conviene
conocer mínimamente las tecnologías disponibles, porque los concesionarios de las principales marcas tienen absolutamente de todo, y bien está que sepamos algo del tema. Por ejemplo, los fabricantes Audi, BMW, Citroën, Ford, Hyundai, Jaguar, Jeep, Kia, Lexus, Mazda, Mercedes-Benz, Mini, Opel, Peugeot, Porsche, Renault, SEAT-Cupra, Skoda, Toyota, Volkswagen y Volvo ya cuentan en su gama con los tres principales tipos de electrificación: eléctricos puros (BEV), híbridos enchufables (PHEV) e híbridos autorrecargables (HEV y MHEV), y en sus tiendas nos hablarán de ellos, de modo que conviene llegar hasta ahí con mínimas nociones sobre lo que buscamos.
¿De cuántos vehículos dispondré?
Hay una primera pregunta clave en ese
autoanálisis, y es sobre el
número de vehículos del que dispondremos en casa. Porque no es lo mismo comprar un coche cuando ya hay otro u otros en el hogar, que adquirir el que será único vehículo. Porque en ese último caso deberá ser
vehículo para todo, mientras que
si hay varios coches, a cada uno le podríamos llegar a adjudicar una misión o tipo de uso:
el de combustión para viajes y el eléctrico para el uso diario, por ejemplo. Porque siempre será más fácil dar el salto a la movilidad eléctrica, y especialmente si pensamos en un eléctrico puro, cuando tenemos un segundo o tercer automóvil que cubra nuestras necesidades en las situaciones donde el eléctrico sea menos operativo o nos dé más vértigo. Siempre, lógicamente, que seamos un cliente propicio para tener eléctrico, porque sería también una mala decisión que uno de nuestros tres coches fuese eléctrico si no tenemos dónde cargar su batería.
De manera que,
además del número de coches, habrá que saber cómo es nuestro entorno y nuestra vida o la de nuestra familia. Por ejemplo, residir en una vivienda unifamiliar o tener plaza de aparcamiento en un garaje que permita técnicamente instalar un punto de recarga es decisivo si el coche es eléctrico o híbrido enchufable, ambos premiados en España con la etiqueta Cero Emisiones de la DGT. Si no es así, dependeremos de factores externos, menos controlables, como recargas en estaciones públicas o en nuestro lugar de trabajo. Lo ideal es cargar la mayor parte de las veces en el punto donde duerme el coche, porque eso, además, es lo más económico. Esa es una regla de oro en los coches 100% eléctricos, ya que no disponer de cargador en el estacionamiento habitual puede salir bien alguna vez, pero acabará convirtiéndose en una fuente de problemas o de inmovilidad.
Si, por el contrario, compramos un
híbrido enchufable, la tentación es pensar que ya no es tan necesario un punto de recarga en casa, cuando sí lo es. En efecto, un vehículo de este tipo puede funcionar perfectamente durante años sin una sola recarga eléctrica, propulsándose solo con la parte de combustión de su mecánica, pero entonces estaremos haciendo un uso inadecuado, para el que no fue pensado, consumiendo mucho más combustible del debido y contaminando demasiado, además de gastar más en nuestra movilidad que si cargamos con frecuencia la batería para que nuestros desplazamientos sean total o parcialmente eléctricos. Un ejemplo lo tenemos en los consumos medios que homologan esos coches, a veces inferiores a un litro cada 100 kilómetros porque se miden pensando en usos correctos, no en los incorrectos.
De ahí que muchas personas se refieran al consumo altísimo de los PHEV, y eso será cierto, sobre todo, cuando los usamos mal, porque nunca o casi nunca cargamos su batería, o en situaciones puntuales, como un largo viaje de vacaciones en el que casi todo el tiempo nos movemos con el motor de combustión. De ahí que sea tan
importante en nuestro autoanálisis reflexionar sobre los tipos de desplazamiento que haremos, porque si los viajes largos representan solo una décima parte del kilometraje anual, por ejemplo, compensaremos ese mayor gasto en carretera con lo mucho que ahorraremos el resto del año (las nueve décimas partes restantes) usando el híbrido enchufable con gran protagonismo de la parte eléctrica.